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A FUEGO LENTO

Publicado el 22 de diciembre del 2016
“El acuerdo de París deja a la industria de los combustibles fósiles al lado equivocado de la historia”.(Kumi Naidoo, director de Greenpace).

El cambio climático es el problema más importante con que se enfrenta la humanidad. Las conferencias de París y Marrakech aportan algo de esperanza a un desastre ya inevitable. Por contra, la elección de Trump como presidente de los EEUU no presagia nada bueno a este respecto.

El acuerdo de París, en el que participaron la casi totalidad de países contaminantes, ha constituido un antes y un después en relación a las eternas discusiones sobre la existencia de un cambio climático y sobre si su causa eran las actividades humanas. A partir de ese momento pareció que los “negacionistas” habían desaparecido, o habían  decidido callarse, si bien sus trasnochadas proclamas han vuelto a resucitar en boca de algún zombi político, como Sarkozy o, lo que es más grave, del nuevo presidente de los Estados Unidos, el “increíble Trump”.

¿Quiere decir que con este acuerdo el problema está en vías de solución? La respuesta es que ni mucho menos, porque:

1.-Ha llegado tarde; la batalla principal la hemos ya perdido y ahora solo nos queda intentar mitigar el problema.

2.-Es insuficiente, porque sus recomendaciones no son vinculantes (cada país fija voluntariamente sus objetivos y no están previstas sanciones por incumplimiento) y aunque todos los países cumplieran con sus compromisos iniciales solamente se conseguiría limitar el aumento medio de la temperatura desde 1870 hasta fin de siglo en 2,7 grados (se considera que el máximo para evitar grandes catástrofes irreversibles son 2 grados).

No obstante, se espera que en futuras revisiones se puedan alcanzar objetivos por debajo de estos 2 grados e, idealmente, por debajo de 1,5 grados.

En todo caso debemos considerar que si no se tomara medida alguna el aumento de la temperatura media a fin de siglo sería de entre 3,8 y 4 grados.

En resumen, solamente nos queda estar en la confianza de que los países se tomen en serio sus compromisos y hagan sus mayores esfuerzos para mejorarlos. La reciente ratificación conjunta del acuerdo de París por parte de los EEUU y de China (donde la contaminación es un problema de primer orden) parecía ir en esta dirección, si bien la elección de Trump representará, probablemente, un innegable y catastrófico paso atrás.

En cualquier caso el mundo deberá preparar costosísimos planes de contingencia frente a las catástrofes naturales que se avecinan. Además se prevé que muchas de las guerras futuras serán consecuencia de estos desastres. Es una opinión extendida que la guerra de Siria, y sus posteriores  secuelas como la crisis de refugiados, tienen su origen en una sequía extrema en la región que obligó a muchas personas a desplazarse a la capital de este país, Damasco.