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ODIADA GLOBALIZACIÓN

Publicado el 16 de noviembre del 2016
“Uno puede estar a favor de la globalización y en contra de su rumbo actual, lo mismo que puede estar a favor de la electricidad y contra la silla eléctrica” Fernando Savater.

Es difícil entender muchas de las cosas que están ocurriendo hoy en día (y muchas de las que van a ocurrir en el futuro) sin analizar previamente el fenómeno de la globalización, al que se dedica este capítulo y el siguiente. En este  se comenta la evolución desde los temores iniciales hasta la realidad actual.

¿Alguien recuerda cuando a caballo entre el siglo XX y el actual  las cumbres de las organizaciones mundiales (G-8, OMC, FMI o BM) iban acompañadas de vandálicas manifestaciones de jóvenes antisistema que rompían escaparates  de bancos y hamburgueserías de marca proclamando consignas antiglobalización?  Estos grupos, que  se hicieron visibles en la denominada batalla de Seattle en el año 1999, clamaban, entre otros, contra los beneficios de las grandes multinacionales, la concentración de riqueza en determinados países, la precarización del trabajo y un modelo económico injusto e insostenible, inquietudes a las que en aquél momento muy pocos entendieron  o prestaron atención.

Ahora, después de más de veinte años de adormilamiento, han vuelto a resurgir -con bastante aceptación en algunos países- protestando contra el tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos (conocido como TTIP).

El paso de los años demuestra que algunas de las predicciones se han cumplido, aunque la mayoría de las veces de forma bastante diferente a la que, en aquellos momentos, se temía. Así, si bien las multinacionales no han dejado de crecer, han aparecido muchas de nuevas procedentes no solo de los países industrializados sino también de países que en aquellos momentos se denominaban “en desarrollo”;  la mayoría de los cuales, por cierto, han tenido desde entonces tasas de crecimientos que superan en varias veces a las de los primeros. Las actuales cinco mayores compañías por capitalización bursátil son tecnológicas que apenas existían hace veinte años y su posición de dominio es consecuencia de la apuesta por la innovación realizada por los EEUU.

Por otra parte, es cierto que, en los países económicamente más avanzados, el trabajo se ha precarizado y están aumentando las desigualdades, posiblemente como contrapartida a que millones de pobres de los países tradicionalmente menos favorecidos se hayan incorporado a la clase media y que, por primera vez en la historia de la humanidad, se vislumbre la posibilidad de acabar con la hambruna. El mundo es hoy, para un individuo promedio un lugar más igualitario que hace treinta años.

Transcurridas más de un par de décadas desde sus violentos boicots,  empezamos a darnos cuenta de cuales están siendo realmente los efectos de la globalización en los países desarrollados y observamos lo que muchos de sus habitantes constatan que no les gusta en absoluto: paralización -sino reducción- del nivel de vida de sus clases medias, aumento de las desigualdades y de la incertidumbre sobre el futuro y, en concreto, sobre el modelo que les habían vendido de un estado del bienestar a prueba de bombas.

Estos hechos, conjuntamente con el desconcierto que supone un mundo en constantes cambios, difíciles de seguir para la mayoría de las personas, producen en las clases medias de los países desarrollados una sensación de inquietud y desamparo que intentan canalizar hacia nuevas formaciones políticas que, al menos, les proporcionen el beneficio de la duda.

(continuará en la segunda parte: ¡Viva la globalización!)