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NOSOTROS SOMOS SU PRODUCTO

Publicado el 25 de enero del 2017
“Hace quince años quién más sabía de ti era tu madre, hoy son Facebook y Google” ( Javier Sirvent).

La digitalización, internet y las redes sociales generan un enorme volumen de información (Big data) que otorga un enorme poder a los que la controlan (empresas, gobiernos…). Nuestra actitud personal frente a este hecho afectará nuestra privacidad, incluso de forma transgeneracional.

La digitalización de la mayoría de contenidos y su transmisión a través de internet y de las redes sociales, conjuntamente con la conectividad que proporcionan los smartphones y los wearables, hace que se generen enormes cantidades de datos (Big Data) que una vez enviados a la “nube” (cloud) son tratados por verdaderas granjas de potentes ordenadores con el objeto de obtener información de los usuarios, no solamente grupal sino también individual, para ser utilizada con fines comerciales (o para otros menos confesables) por parte de gobiernos, empresas y otros gestores de datos.

Además, con Internet de las Cosas (transmisión de datos entre máquinas y otros objetos) el volumen de información digitalizada aumentará exponencialmente.

Se dice que el Big Data es el gran negocio del Siglo XXI y está llevando a una enorme concentración de poder por parte de los que detentan su control que, además, con la excusa de ofrecer contenidos gratuitos obtienen y reúnen esta ingente cantidad de información sin coste alguno.

Esta situación es conscientemente aceptada por algunos  usuarios, que podríamos calificar como “tecnoentusiastas”, que dan por buena la pérdida de privacidad a cambio de tener la oportunidad de compartir contenidos. Estos son generalmente jóvenes para los que su concepto de inclusión social está estrechamente relacionado con su compromiso con las redes sociales, en las cuales son conocidos y han desarrollado su talento.

Pero también existe una parte de la población preocupada  por la pérdida de privacidad y de control de sus datos y más teniendo en cuenta la dificultad (en algunos casos imposibilidad) de conseguir su borrado. Son los “tecno-escépticos” que consideran que al aceptar las condiciones de uso de las compañías de internet están convirtiendo su vida en el producto (su producto).Como dijo recientemente Yuval Noah, “cuando una entidad externa te entiende mejor que tú mismo, ya no hay libre albedrío”.

Por otro lado están los gobiernos, cada vez más ávidos de controlar los movimientos y pensamientos de sus ciudadanos, a los que, de alguna forma, consideran si no sus enemigos al menos sus contrarios. El control del  Big Data, conjuntamente con el terrorismo, les ha proporcionado la gran excusa para resolver el dilema entre privacidad y seguridad a favor de esta última.

Las incursiones de la NSA (Agencia de información USA) robando a Gemalto todas las encriptaciones de las tarjetas SIM de sus clientes o del FBI intentando coaccionar a Apple para que desencriptara el teléfono del terrorista Farook (autor del atentado de San Bernardino) son algunos de los episodios gubernamentales de esta lucha entre privacidad y seguridad.

Pero ¿será factible en pleno siglo XXI mantenerse desconectado de la red? A mi entender será casi imposible, teniendo en cuenta que la satisfacción de la mayor parte de nuestras necesidades vitales (asistencia sanitaria, medios de pago alternativos  a la desaparición del dinero en metálico; comunicaciones  con las autoridades, domótica, etc.) se gestionará a través de internet.

Por otra parte, el hecho de que la gran cantidad de información reunida sobre cada uno de nosotros sea finalmente interpretada y gestionada no por personas o instituciones humanas sino directamente por los algoritmos creados por la inteligencia artificial, puede llegar a suponer la toma de control de nuestras vidas por parte de estas máquinas.

En fin, cada uno debe decidir a cuál de las dos posiciones mencionadas se apunta y tener bien presente que la decisión adoptada tendrá trascendencia, incluso, “transgeneracional”. En cualquier caso, al igual que con otras infecciones víricas, es crucial evitar determinados comportamientos de riesgo.