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Covid-19, hombres de negro y la Pantera Rosa (traducción al español)

Publicado el 13 de junio del 2020
Diari de Terrassa - Autor: Francesc Bellavista

 

Para ser justos, debemos reconocer que sin la Unión Europea (UE) ahora estaríamos,  posiblemente, en la segunda o tercera división de los países desarrollados y en lugar de formar parte del G20 perteneceríamos -al lado de países como Venezuela-  al grupo de las economías más insolventes del mundo. A pesar de no haber hecho nunca los deberes y ser considerados unos derrochadores, la UE nos prestó 40.000 millones de euros para salvar de  la quiebra nuestro sistema financiero (de los cuales, hemos devuelto menos de la mitad) y el BCE ha financiado en los últimos diez años, más o menos, una tercera parte del enorme aumento de la deuda pública española, lo que nos ha evitado tener que pagar intereses desorbitados (la famosa prima de riesgo).

Ahora, con la crisis provocada por el COVID-19, que comportará otro importante aumento de la deuda pública, nuestras esperanzas de salvación económica se centran casi exclusivamente en ayudas financieras provenientes de la UE.

Lo que se está debatiendo estos días entre los países del norte (ahorradores, también llamados frugales) y los del sur (malgastadores) de Europa es si estas importantes ayudas en forma de subvenciones a fondo perdido y de préstamos que más pronto o más tarde se tendrán que devolver, se darán condicionados o no, es decir, si nos impondrán (o no) restricciones como los severos recortes de gasto público, de inversiones o, incluso como pasó en Grecia, privatizaciones de empresas y servicios públicos, además de la reducción de las pensiones.

Por lo que parece, estaría descartado que la famosa Troika (Comisión Europea, FMI y BCE) nos intervenga la economía con el envío de los conocidos “hombres de negro”. Los países receptores de estas ayudas (sobre todo los del sur de Europa) han intentado evitar como sea -y por lo que parece lo están consiguiendo- el estigma que supone esta intervención y el desprestigio en el mundo financiero de tales personajes con sus vestidos negros pululando por las calles de sus capitales.

Al descrédito que da de por sí el hecho de estar intervenido, se añade la perversa imagen de estos personajes, hasta el extremo que cuando se pasearon por Grecia en la última crisis financiera la principal preocupación de los dirigentes de este país fue que no se les viese por la calle y mucho menos en edificios del gobierno.

El negro no ha sido nunca un color muy agradecido. Cuando tenemos un problema difícil de superar acostumbramos a decir que “lo vemos negro”. Y, si bien representa el color de la elegancia y de la solemnidad, siempre se ha visto como la manifestación de la extrema seriedad, del máximo rigor y, también, un sinónimo de mala suerte. Quizás por esto los jueces y los curas llevan (cada vez menos) sotanas negras, los cuervos son considerados aves de mal agüero, es el color de los trajes de luto y los gatos negros traen mala suerte. Tampoco es casualidad que las empresas de cobro de morosos utilicen personas disfrazadas de negro, los llamativos cobradores del frac.

Confiemos en salirnos con la nuestra, recibir todas las ayudas financieras necesarias del BCE y de la UE y  no tener que  sufrir las penalidades impuestas por los hombres de negro. Pero, en caso de que esto llegase a  suceder, podríamos sugerir a la Troika que sus emisarios, para no penalizar el estado anímico de los ciudadanos del país intervenido ni de sus gobernantes, no se atavíen con el color negro de los cobradores del frac sino con el de los empleados de otra famosa compañía de cobro de impagados, es decir, del color de la Pantera Rosa.