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TRABAJO: ¡QUEMA TU CURRICULUM!

Publicado el 6 de abril del 2017
“El trabajo indefinido se acabará”. Jeremy Rifkin, “El fin del trabajo” (1995)


La globalización y los avances tecnológicos producirán un mercado de trabajo a dos velocidades: los empleados creativos (aportantes de valor añadido a sus empleadores) y los no creativos (que competirán en desventaja con las máquinas y robots). Las condiciones laborales de ambos grupos serán radicalmente diferentes.

La estresante situación actual del mercado del trabajo en los países desarrollados es consecuencia de varios factores que se han desarrollado en los últimos años, de los que destacamos, especialmente, uno: la globalización.

La globalización ha desplazado muchos de los puestos de trabajo de bajo valor añadido a países en desarrollo con costes laborales más bajos. El periodo de euforia económica anterior a la crisis enmascaró este hecho que irrumpió con toda su crudeza al inicio de esta.

Otros factores importantes en estos momentos, pero que lo serán mucho más en el futuro, son las nuevas tecnologías, la automatización y la robótica que progresivamente van sustituyendo aquellos empleos de carácter repetitivo y de inferior valor añadido.

En el Foro Mundial de Davos de 2016 se consideró que en los próximos 5 años la automatización destruiría en el mundo 7 millones de puestos de trabajo y crearía solamente 2 millones (es decir, el saldo neto sería la reducción de 5 millones de empleos).

Según un reciente estudio del MIT por cada máquina que se incorpora a un proceso productivo se destruyen 5,6 puestos de trabajo y en el año 2025 el número de robots existentes en la actualidad se verá multiplicado por cuatro.

En mi opinión podemos diferenciar la fuerza laboral en dos grandes grupos:

– Los creativos, es decir, cuya aportación no se limita a trabajos repetitivos sino que con sus ideas aportan valor añadido a la organización a la que prestan servicios.

A este grupo se le exigirán, además de creatividad, las denominadas “habilidades blandas” (soft skills) tales como agilidad, capacidad de aprendizaje, inteligencia emocional y pensamiento estratégico y crítico, es decir, competencias que no acostumbran a salir en los currículos y que las máquinas no son capaces de desarrollar.

– Los no creativos, sean trabajadores manuales o no, cuya aportación puede ser fácilmente sustituida por una máquina más o menos inteligente. Tengamos en cuenta que con el desarrollo de la inteligencia artificial el ámbito de estos trabajadores se extenderá a muchas actividades que hasta ahora eran difíciles de mecanizar, incluyendo las de cuello blanco.

La OCDE expuso recientemente que en España hay 9,5 millones de adultos poco cualificados, que difícilmente volverán a trabajar.
El futuro para muchos de estos trabajadores no creativos estará marcado por la dificultad de encontrar un trabajo, que en todo caso será precario y, posiblemente, a tiempo parcial. La solución está en la formación continua y más si se tiene en cuenta que el 40% de los trabajos de 2050 hoy no existen.

En cuanto a los creativos, es de prever que pongan en valor sus conocimientos y que se aprovechen de la guerra por el talento, buscando relaciones individualizadas (a través de plataformas de internet), por proyecto, multiempresa (“on demand”), remotas, flexibles y sujetas a movilidad, lo que algunos responsables de RRHH ya denominan como “fuerza de trabajo líquida” (liquid workforce). La formación continua también será imprescindible para ellos.

Por otra parte y a más largo plazo, habrá que ver cómo afectará a este grupo el tecnohumanismo, es decir la posibilidad de mejorar las capacidades intelectuales y creativas mediante la implantación o la fusión del cuerpo humano con máquinas o mediante técnicas de manipulación genética.