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LA ESTAFA DE LAS PENSIONES

Publicado el 16 de diciembre del 2016
“Pensiones: otra estafa piramidal”. De los periódicos.

Por causas demográficas y económicas el actual sistema de pensiones de muchos países europeos es insostenible, lo que pone en peligro la denominada “solidaridad intergeneracional”. El aumento de cotizantes por la entrada de inmigrantes cualificados puede ser una solución siempre que la tecnología no destruya  empleo de forma masiva.

Siguiendo el post anterior con el ejemplo de España, el creciente déficit del sistema de pensiones durante los últimos años es debido a varios factores como son el menor número de cotizantes, con bases de cotización más reducidas a consecuencia de la crisis, y un mayor número de jubilados con pensiones cada vez más altas.

En definitiva, de no encontrarse soluciones, esta situación puede devenir en una gran estafa a las personas que se han pasado toda la vida cotizando para tener una vejez digna, sin que nadie responda de ello. Habría que estudiar que fue de aquellas contribuciones recaudadas en los inicios del sistema cuando la jubilación estaba establecida en los 65 años y la esperanza de vida en los 59 años.

Las soluciones que se proponen son retrasar la edad de jubilación, reducir (se utilizan otros eufemismos) las pensiones o intentar pagarlas con cargo a los presupuestos del estado, en definitiva con los impuestos de los  que trabajan, que todavía no se han jubilado y que, posiblemente, nunca cobrarán la totalidad de su pensión debido a la quiebra del sistema.

En cualquier caso el grupo, cada vez más numeroso y políticamente influyente, de los mayores de edad difícilmente permitirá con sus votos que se adopten medidas que les perjudiquen, incluso si con ello desfavorecen a sus descendientes, lo que echaría al traste la mencionada “solidaridad intergeneracional”.

Ya se ha empezado a proponer pagar las pensiones de orfandad y viudedad con cargo a los presupuestos del Estado y en los últimos años se están abonando las pagas extras de los pensionistas con cargo al menguante fondo de reserva (la llamada hucha de las pensiones) que al ritmo actual se agotará en un año.

Todo ello nos lleva a la primera pregunta de la anterior entrega: ¿podemos solucionar este problema con la entrada de millones de inmigrantes, eso sí, cualificados?

La respuesta no es fácil y antes de atreverme a efectuarla es necesario analizar otros aspectos prospectivos y, en especial, como será el trabajo en los próximos años.

Este tema lo trataremos más adelante, aunque, de momento, al igual que ya hice en algún capítulo anterior me limitaré a reiterar que teniendo en cuenta el auge de la  robotización, de la inteligencia artificial y en general de las nuevas tecnologías nadie puede hoy en día asegurar que habrá trabajo para la mayoría, por lo que en el siglo XXI una pérdida de población no tiene por qué ser, necesariamente, un contratiempo.

El corolario es que, dejando aparte razones humanitarias que considero prioritarias, si no hay trabajo, porque son las máquinas las que lo realizan, tampoco es probable que vengan inmigrantes a trabajar, por muy cualificados que sean.

En definitiva, ¿quién pagará las pensiones… serán las máquinas? Sea esta u otra la respuesta, esta cuestión nos lleva a abrir muchos otros interrogantes que no son objeto de este capítulo. Solamente adelantar que cualquier solución mínimamente satisfactoria deberá incardinarse dentro de un modelo de sociedad completamente distinto al actual.